Reflexionemos sobre la violencia digital.

03/08/2021

Por: Silvina Tantone (Especialista en Educación y Nuevas Tecnologías. Mentora Educativa de Argentina Cibersegura).

Reflexionemos sobre la violencia digital.

Todas las personas tenemos derecho a habitar los espacios digitales de una manera segura y saludable.  ¿Corre esto solo por nuestra cuenta?

Sigo los Juegos Olímpicos de Tokyo por redes, como seguramente lo hacen muchos/as de ustedes. La semana pasada, quise saber más acerca de la gimnasta estadounidense Simone Biles, quien se había bajado de una de las competencias. Entonces fui a la fuente, su cuenta oficial de Twitter.  Me encontré scrolleando sobre centenas de comentarios expresando todo tipo de emociones, muchos de ellos “tirando hate” (odio). Creí tener aceitado el mecanismo de no detenerme a leerlos, porque sé que redunda en pérdida de tiempo, literal; no hay ganancia al leer expresiones con connotación violenta.  Ayer fue el turno de Delfina Pignatiello, la nadadora argentina, declarando que “por su salud mental”, tomó la decisión de cerrar redes, dejar de streamear y “preservarse” ante la crueldad de los comentarios a causa de su participación. 

Dos casos relevantes, de los tantos que no toman estado público, de violencia puesta en palabras a continuación de nombres de usuarios irreconocibles. A veces, con solo leer los nombres de esos perfiles, se puede deducir “lo que sigue”. Si no quieren hacerse transparentes, “por algo será”.  

La participación libre en internet es un derecho que nos gustaría preservar, sin dudas.  Tener a nuestros ídolos, a personas a quienes admiramos o que nos interesan, a tan solo un clic de distancia para poder interactuar, es maravilloso. Pregunto, que tengan abiertas sus redes sociales, ¿da derecho a decirles cualquier cosa? ¿De qué manera “cuidada” se puede expresar la desaprobación? ¿Qué sentido tiene agredir por agredir?  Se mezclan un montón de temas al intentar responder estas preguntas; grandes desafíos que tenemos que ir resolviendo para convivir en este mundo digital. O mejor dicho, como nos gusta decir desde Argentina Cibersegura, en la dimensión digital del mundo real, porque las consecuencias de nuestro accionar en internet son siempre reales.

Hace largo tiempo ya, venimos recogiendo testimonios relacionados con violencia digital, en las charlas de concientización que brindamos desde nuestra organización.  Algunas frases recientes, que recuerdo haber recogido de niños, niñas y adolescentes, en relación a las plataformas más famosas, son: “Está imposible, vomitan cualquier cosa”, “Te trolean todo el tiempo”, “Te cancelan al toque si la pifiaste sin querer”, “Jugando te dan hate”.  Esta última frase me quedó muy grabada porque salió en una charla con niños de 10 años, como si se tratara de un hecho natural.  Entiendo que los frutos no caen tan lejos del árbol, algo deberemos estar haciendo las personas adultas para que desde la niñez estén manejando al odio como una variable presente en las interacciones digitales.  Esos chicos dijeron que es así como funcionan las redes.  ¿Es así como funcionan las redes?

En el imaginario popular, se asocia a la violencia digital con ciberbullying, grooming, discriminación explícita y difusión no consentida de material íntimo.  Sin embargo, la violencia extiende sus raíces hacia muchos otros lugares donde brotan dañando la reputación, reforzando prejuicios, causando pérdidas económicas, o coartando la participación libre, entre tantos otros ejemplos que se podrían citar.  En Argentina Cibersegura entendemos a la violencia digital como el acto por el cual una persona hace daño a otra/s, física, mental y/o emocionalmente a través de medios digitales. Es violencia, es real, y vulnera derechos.


Desde nuestra ONG generamos espacios de reflexión para promover que nos movamos en entornos digitales seguros y saludables, eligiendo a quién leer, seguir, likear, qué decir, en dónde… Por supuesto que esto es más sencillo de implementar desde el lugar de persona adulta.  Es casi urgente que dotemos de estas herramientas a quienes están aún en edad de formación, porque “así no deben funcionar las redes”, podemos amoldar el entorno para que nos cause bienestar.  Si esto corre solo por nuestra cuenta, como pregunté al inicio, la respuesta es que no, claramente, porque hay variables que están fuera de nuestro alcance.  Pero si estamos cerca de nuestros chicos y chicas, y los vamos acompañando con consejos y ejemplos para la participación responsable en internet, con todo lo que implica, aprenderán a respetar y a cuidarse: reportar cuentas, denunciar legalmente cuando aplique, y retirarse a tiempo de los lugares que les hagan mal. Aprenderán a no naturalizar la violencia.