La desinformación en tiempos de pandemia

16/03/2020

Las crisis son oportunidades, dicen.  ¿Quién lo dijo? Bueno… lo escuché y leí por ahí alguna vez… o varias veces.  Acabo de buscarlo en internet y tendría que dedicarle un montón de tiempo a rastrear el origen, pero sí me aparecieron decenas de posteos donde la frase fue utilizada por personas famosas o formó parte de titulares de noticias.  Decenas de páginas sobre lo mismo.  

Confieso públicamente, y sé que me van a entender porque intuyo que es bastante compartida esta sensación: no doy abasto para atajar todas las noticias, las opiniones y los memes graciosos, versus la cruda y humana realidad introspectiva, donde solo participamos mi consciencia y yo, en estos tiempos de pandemia.

Así de grandioso es internet: estamos al tanto minuto a minuto de la realidad del coronavirus en todo el planeta.  Así de inquietante es internet: si no sabemos leer críticamente, podemos terminar confiando, por ejemplo, en recetas falsas y hasta contraproducentes, para combatir el virus.  Más inquietante todavía: hay que cuidarnos de “no pisar el palito” (como quien diría, caer en la trampa) y quedar formando parte de esa cadena de noticias falsas, si resulta que las compartimos.  Independientemente del rol que cada uno de nosotros cumpla en la sociedad, todos somos un eslabón importante. ¿Podemos hacer algo para evitar las noticias falsas?  No.  ¿Podemos hacer algo para atenuar su impacto? Sí, ¡claro que sí!  Me animo a decir que tenemos la obligación moral y ética de minimizar el impacto que todo lo falso, incorrecto, inexacto, erróneo, etc., pueda tener en nuestro entorno.  Por lo menos aquellas personas que podemos tener una lectura algo más crítica que el resto, tenemos que cortar esa cadena.  

Aquí otro ejemplo.  ¿Cuántos audios, que suenan reales pero que no tienen ningún contexto, recibimos?  Hay muchos circulando.  Es difícil verificar toda la información que cae en nuestras manos, pero no lo es manipularla con la seriedad que corresponde, teniendo en cuenta que seremos nosotros un nuevo nodo en esa cadena de viralización de errores involuntarios o de mentiras, si fuera el caso.  Desde Argentina Cibersegura ponemos el foco en nuestra identidad digital y en cómo cada acción nos define.  

Es un momento histórico, en el cual, más que nunca, toma fuerza lo que pregonamos desde nuestra organización: tomarse un tiempo para pensar antes de publicar o compartir.  Tomarse tiempo para chequear las fuentes: ¿es un referente acreditado en la materia?, tiempo para verificar la URL del sitio: ¿es válida?, tiempo para entender quién se hace responsable por el contenido: ¿es comercial, un blog personal o pertenece a una organización acreditada en salud?, tiempo para leer la fecha y hora de publicación: cuando todo cambia tan rápido, ¿está actualizada, es la última versión?, y finalmente tiempo para analizar el impacto… Cuando no somos testigos directos, es decir, no podemos dar crédito de primera mano ante un hecho, no significa que no sea cierto, pero debemos contemplar que esa realidad está “mediada”, mediada por otras personas, por medios de difusión masiva, que también retransmiten para informar y, además, llenar espacios y ganarse la primicia.  Y la realidad también está mediada por las publicaciones de los usuarios de redes sociales y demás herramientas de comunicación que ofrece internet. Por eso, nuestra prudencia y responsabilidad, ante todo, y en un caso tan sensible como lo es esta pandemia.

 

Dicen que las crisis son oportunidades… Esta es una muy buena para enseñar a los niños y niñas (que nos miran todo el tiempo y nos copian) de qué va la participación ciudadana responsable, porque tener derecho a la información libre y en tiempo real es maravilloso, pero, como todo derecho, también tiene obligaciones.

Por: Silvina Tantone (Mentora educativa Argentina Cibersegura).